martes, 30 de octubre de 2012

LA REUNIÓN DE LOS GARBAGE. Concierto en Luque, miércoles 24 de octubre de 2012.


Con la gira y el lanzamiento de Not Your Kind Of People, el 2012 saluda la reunión de los cuatro Garbage y la reunión o la mezcla de todo lo que Garbage significa: mezcla de sensibilidad pop y guitarras potentes, de armonías sencillas y turbulencias profundas, de melodías puras y sonido sucio. Mezcla contagiosa pero inquietante, composiciones bien pensadas y complejas pero directas e irresistibles. En suma, intensidad. Intensidad de la mezcla de lo profundo de Manson y el lado más electrónico de Vig y de esto y el denso, espeso soporte matérico del sonido vibrante de Erikson y de Marker. Hoy han regresado a su mejor música, eléctrica y sucia, elaborada y envolvente pero cartesianamente clara y distinta en sus líneas centrales. Sintetizadores y sampleos edifican con las guitarras y la voz esa mezcla de grunge con electricidad, ese extraño paisaje donde flota la sombra de una posible desesperación pero donde de pronto brota alegremente el pop adictivo en ráfagas vitales que celebran el mundo en su evidencia y los misterios de la sensación, y que, desde finales de los noventa hasta hoy, solamente se puede llamar con un nombre: Garbage. Una banda que conserva intactas todas y cada una de sus mejores cualidades: la batería atronadora y un tanto distorsionada (Vig), las guitarras que marcan ritmos enérgicos y en incesantes cambios (Marker y Erikson) y, por supuesto, la voz (Manson). Cada uno de los miembros del cuarteto en plana forma y mejor que nunca. Los riff de guitarra de Erikson y Marker, la consistencia de este en los sintetizadores, el cerebro de Vig y su experta y prepotente batería, la voz de Manson, que siguen siempre dueños del fragor de una escena que ya es suya, impiden que el sonido de Garbage envejezca. Los sonidos furiosos y espesos se unen a las secuencias electrónicas para crear la magia matemática de la composición inteligente y libre sin excluir la dignidad impenetrable y el oscuro goce de la materia en bruto. La voz de Manson cruza con su osadía de siempre el sonido poderoso que la envuelve como si transmutara así en otro elemento la materia misma de la instrumentalización. En la noche de Luque, el concierto del miércoles logró abrir el espacio de esa otra noche que los cuatro Garbage llevan consigo para acampar donde vayan. Escuchamos clásicos, como los primeros y ya contundentes, y pienso con especial deleite en Stupid Girl, o como aquellos en los que  ya se perfeccionaba el sonido original del grupo con el uso elaborado y minucioso de  elementos electrónicos, y pienso con especial deleite en I Think I’m Paranoid y en sus astutos acordes y su riff inicial, en sus voces filtradas o pasadas al revés para crear efectos y en sus sagaces cortes infalibles, y, claro está, escuchamos Cherry Lips, pero además temas nuevos de este disco lanzado tras siete años de paréntesis: Not Your Kind Of People, que, en una época de rescate indiscriminado del pasado, separó claramente a este concierto de todo revival cool con gritos de gente en el "mejor momento" de su historia musical y –once again: como siempre–, también, como es obvio, pese a su potencia o gracias a ella, de todo simplón mainstream de estadio.


Shirley Manson en Asunción
Shirley Manson en Asunción hace unos días, al lado de
un amigo que tenemos ella y yo (yes!) en común, Arturo


La comunicación de la frontwoman con el público fue curiosamente cercana, mucho más de lo que dejaría ver, a los que no pudieron asistir, el mero relato de sus explícitos tributos al patriotismo local. Por otras parte, siempree bienvenidos. Garbage no sólo es rudeza de sonido unida a precisión técnica y a pureza vocal. También es en gran medida la inquietante impronta emocional y psicológica que Manson da a cada tema con sus caracterizaciones del clima del correspondiente momento o “personaje”. A los 46 años de su vida postnatal, Shirley Manson hace pensar a veces, aunque decir esto pueda ser todavía algo precipitado, que quizá no haya, desde Debbie Harry, otra frontwoman de ese mismo nivel en el rock actual.
Este es un regreso con lo mejor de Garbage: misterio envolvente de guitarras pesadas, baterías poderosas, voz perfecta y sintetizadores que llegan hasta el alma. El siempre refrescante fenómeno de un grupo con peligrosas prótesis electrónicas pero movido por tracción a sangre.




(Eh, gracias a Horacio Bendlin, que sí sabe de música en serio, por la constante asesoría léxica derramada en mis orejas en numerosas e intempestivas conversaciones.)


YO, MONTSERRAT ÁLVAREZ, DAMA SATÁN, TE DIGO: I'M A VERY, VERY STUPID GIRL AND I REALLY THINK I'M PARANOID. DEFINITIVELY, I'M NOT YOUR KIND OF PEOPLE 

THE PARTY IS OVER

Roberto Thompson
Foto: Diccionario de la música
paraguaya, de Luis Szarán:
http://www.luisszaran.org/
Hijo de dos conocidos escritores nacionales, la narradora guarambareña de relatos infantiles María Luisa Artecona de Thompson y el periodista y autor de cuentos policiales Roberto Thompson Molinas, y hermano de uno de los muchos hombres injustamente fallecidos en el histórico y vergonzante incendio del supermercado Ycuá Bolaños de Asunción, el guitarrista Roberto Thompson había llegado al final de esta primera década de nuestro siglo golpeado por las secuelas de una embolia cerebral sufrida hacía varios años. Guitarrista incendiario, impactó a muchos músicos más jóvenes que él con sus vibrantes y aceleradas cuerdas en el maxi single de 1988 Brebajes de amor, de su grupo RH+, para muchos paraguayos el primer encuentro con un rock nacional impetuoso e intenso en una época, antes de la caída de Stroessner, en la que dedicarse a estas cosas no era para miedosos. Tipo inquieto, ya desde los años setenta dejó su impronta en numerosos grupos y, como todo buen pionero en una escena incipiente, además de tocar fue un catalizador de muchas amistades y de no pocas ideas, en ese entonces, inéditas localmente. Conectó a su manera el ambiente agobiante del Paraguay estronista con la música contemporánea del resto del planeta. Atrás queda una vida que abarca un sinfín de proyectos de nombres cambiantes y, bajo todos ellos, un propósito que es quizá el de todo artista: narrar la crónica del tiempo que le ha tocado vivir. Temprano por la tarde, a los 59 años de edad, y en forma de un infarto agudo de miocardio, este miércoles pasado, el 24 de octubre, lo sorprendió la muerte. Bájense los pantalones, sáquense los sombreros y arrojen los corpiños, que una guitarra se ha callado para siempre.


lunes, 29 de octubre de 2012

(PARA...)

Vaya, vaya, ¡vaya! Es por demás difícil pensar en algo re-al-men-te-bue-no cuando se te ocurre que deseas felicitar a una persona sobremanera importante por una ocasión que, ya la muestre en el rostro, ya la sienta tan solo interiormente, le ha de suscitar alguna clase de sonrisa irónica, y más aun si esa persona, cuya opinión te merece, encima, un raro respeto, valora tu supuesta o real inteligencia. Es más fácil si te toman de sorpresa y te piden que hables del agasajado en medio del brindis, cuando ya has tomado suficiente cerveza para no tomar nada más en serio y los demás han tomado demasiada como para tomar nada con lucidez y lo único que en el fondo todos quieren es aplaudirte para seguir tomando. (Cerveza.) Podría ensayar un estilo bromista, uno “lírico” y sutil, uno fantasioso y con mezcla de ficciones, uno reflexivo, noble y sabihondo, o algún otro, no sé cuál, pero no me decido.
Del apuesto Robert Frost se cita siempre aquello de que “A diplomat is a man who always remembers a woman's birthday but never remembers her age”. No soy ni un hombre ni un diplomático, pero el resto se aplica a nuestro caso en lo que te concierne, debido a que recuerdo lo primero pero no lo segundo, si bien por otras causas. Y es que en realidad para mí es un problema saber la edad de la gente, porque la gente anda cumpliendo años todo el tiempo y nadie conserva nunca la misma edad, así que cuando ya he aprendido alguna, enseguida cambia de nuevo. Esa es una verdad. Ya lo sabes: siempre fui sumamente franca, u honesta. Hasta mi propio padre me lo dijo en alguna ocasión. Pero no lo soy tanto como podría parecerlo. La verdad es que yo a veces miento, y, más aún, lo cierto es que a veces creo que lo hago por puro vicio. De hecho, aunque quizá yo transpire mucha honradez, a veces me pongo desodorante, si bien solo en contadas ocasiones y no es un desodorante muy duradero. Así que no pienso salirte ahora con cierto tópico falaz y decirte eso de que “Todo lo que soy te lo debo a ti”. En primer lugar, porque no es cierto; en segundo, porque, aunque lo fuera, hoy es tu cumpleaños y prefiero decirte cosas que no te hagan sentir mal; y en tercer lugar porque sé a quiénes se lo debo, he jurado hacérselos pagar y un día me vengaré de cada uno de ellos.
Sin embargo, pese a que en general prefiero siempre la verdad a la mentira, aun cuando la segunda sea ingrata, y grata la primera, aprecio que me hayas dicho cierta vez, que dudo que recuerdes, que yo ya era hermosa desde mi nacimiento, cuando hay fotos que prueban que en mis primeros días de vida posnatal parecía un clon sin ropa de Danny de Vito. Solo una madre puede ser tan buena. Una hija, no. En contrapartida, puedo decir, por ejemplo, aquello otro de que “detrás de toda gran hija siempre hay una gran madre”. Yo siempre camino muy rápido, mientras que tú no lo has hecho nunca, por lo cual esa es una verdad irrefutable si vamos por la calle. Es la noche del 29 de octubre en Paraguay; comienza el 30 de octubre en España. Escribirte tonterías a esta hora puede impedir, al menos en parte, que sigas celebrando impunemente tus cumpleaños sin mí. ¡Y he comido torta, he comido torta, he comido torta! Para estar en tu cumpleaños de algún modo. Y, la verdad, porque me gusta la torta, y suelo comerla. Soy dura, ¿eh? Lo que, dicho sea de paso, me ha hecho reparar en que si una, al soplar las velitas, pide el deseo de comerse sola toda la torta, puede conseguirlo si luego de soplar estornuda como por casualidad sobre la torta, o finge que se ha atorado y tose encima de ella durante varios minutos. Pero no hay que ser egoísta; mejor invitar torta. Es mejor dar que recibir, como se sabe. Golpes, por ejemplo. Juro que he intentado que se me ocurran cosas hermosas que escribirte en este día 30 español, todavía 29 de octubre en Paraguay, y que he esperado esa inspiración por cierto tiempo antes de ver que la hora avanzaba sin que llegase y, en consecuencia, lanzarme a improvisar aquí esto como si en otro sitio hubiera bebido y me hubieran pillado de repente en el brindis para que dijera algo. Y he dirigido “una plegaria a Nuestro Buen Dios”, como dicen en las películas de Hollywood los puritanos, para esperar la inspiración con la virtud que jamás tuve, la paciencia, hasta que me enojé y clamé “¡Dios mío, Dios mío, te pedí que me dieras paciencia hace ya casi diez *@#fuck&@Çng minutos!” Estos son circunloquios para decir las cosas serias que a algunos nos resulta difícil pronunciar. Cosas tales como: Feliz cumpleaños. O incluso cosas como estas que podría cantar otro, en este caso Elvis Presley. O también los Pet Shop Boys, claro. A veces es incómodo esto de ser honesto. Pero cada uno tiene sus problemas de carácter. Qué le vamos a hacer. Y en realidad las cosas son así: Maybe I didn't treat you 

Quite as good as I should have.
Maybe I didn't love you 
Quite as often as I could have
Little things I should have said and done
I just never took the time


You were always on my mind

You were always on my mind